lunes, 9 de septiembre de 2013

La princesa XXVII: La búsqueda



Las cucarachas han vuelto. Han vuelto desde hace tiempo, con la llegada del calor, y siguen atormentando mis sueños como lo hacían antes. Han vuelto dominantes, conquistadoras, rebeldes. Pero no he querido contártelo para no manchar de malos pensamientos las cartas tan dulces que ahora escribimos.

De nada sirven los recuerdos guardados en una caja para esquivar su presencia. De nada sirve la música porque, como en el cuento del flautista, se aferran a las notas y bailan al compás, dueñas y señoras de las habitaciones de mi casa. Las cucas han conquistado el castillo.

Y yo corro. Corro despavorida hacia ningún lugar con la única intención de alejar de mi mente esas temidas manchas negras que perturban mi vida. Como las cucas, que me acosan en mi carrera, así me siguen mis malos pensamientos. ¡Qué difícil es hacerse mayor!
Ya no duermo bajo tus mantas, ya no lloro bajo tu pecho. Ahora corro sin destino para ahuyentar la soledad que me inunda. Esos bichos negros marchan a gran velocidad, pisando las huellas que dejo. Y yo sólo busco tus brazos, mamá, porque aquí no me encuentro.

Busco los días de cuentos y juegos, de cactus floridos, de humildes deseos. Busco el espejo que dibujó tu rostro, las manos que empujaron mi sueño. Busco la ilusión con la que comencé el camino. Y me pregunto, perdida, si aún sigo siendo la dueña de mi castillo. 

Vaticinaste un reinado difícil, pero quizás no comprendí del todo tus palabras. Me propusiste soñar, jugar e imaginar; para aparcar la monotonía que baña cualquier rutina. Me invitaste a correr para ver cerca lo que ahora siento tan lejos. Me confiaste un trono porque, sabías, podría dominarlo. Y ahora yo, me asusto y echo a volar. 

Quiero tu fuerza, mamá, para poder demostrarlo. Y derrotar ese manto de dudas que me cubre. 

Quiero olvidar los pasos en falso, abalanzarme y comerme el futuro. Ansío borrar las lágrimas de mi rostro y el sonrojo de culpabilidad en las mejillas. Quiero ganar la batalla del miedo, asegurarme un refugio aquí, en mi humilde castillo. Quiero abrazar el spray insecticida y borrarme de un plumazo cualquier presencia ofensiva.

Quiero seguir escribiendo esos cuentos en los que la princesa desprende alegría, sueño leer bonitas historias que relaten, sinceras, mi vida.
 
Una cucaracha asoma tímida por el fregadero. La náusea que me provoca me envalentona y aparta mis miedos. Me digo una vez más a mi misma que quiero ganar. Aprieto el botón del triturador y, bajo un fuerte chirriar de cuchillas, la hago desaparecer en pequeños cachitos. Quiero seguir demostrándome que todavía mando yo.

Eva

2 comentarios:

  1. A veces un compañero fiel. Un príncipe, ayuda con su arrullo, a soportar lo insoportable.
    A soportarte a ti misma.
    Yo tuve la suerte de encontrar, y de vivir por muchos años, con la REYNA. Ella me enamora cada día, me enseña a ser mejor, a superar mis miedos ...

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